El saber qué hay de innato y qué hay de cultural en el
comportamiento del ser humano es algo que ha preocupado a disciplinas como la
sociología, la psicología social, la antropología, etc., desde sus inicios. Cada una de ellas han
buscado teorías para explicar el comportamiento humano y, muchas de éstas han
ido perdiendo validez por las implicaciones ideológicas tan importantes que
llevaban tras de sí.
Todas las teorías se han agrupado en torno a dos grandes
corrientes: innatismo y ambientalismo.
El innatismo
defiende, en líneas generales, que el comportamiento humano está determinado
desde el momento en que un individuo nace. Cada individuo tiene una herencia
genética que no puede eludir, y que es independiente del entorno, al que relega
a un segundo plano.
El ambientalismo, le
atribuye en cambio la responsabilidad de la conducta del individuo al entorno
en que éste nace y, fundamentalmente, crece.
Por supuesto es necesario decir que dentro de ambas
tendencias se han desarrollado teorías muy extremas que desvalorizan a la
postura contraria, pero también teorías que aunque tiendan más al innatismo
(por ejemplo) no descartan la influencia del ambiente.
Por otra parte, me resulta interesante el hecho de que haya
ciencias que estén construidas en torno a una de estas dos tendencias. De hecho
la sociología y la antropología son ciencias que siempre buscan la explicación
de los comportamientos y costumbres humanas en los ambientes sociales y
culturales de los individuos. Del mismo modo, la biología defiende que la
influencia de la genética es mucho más importante y determinante de las
conductas.
Como decía anteriormente, me resulta interesante porque si
estas tendencias han tenido fuerza como para que se desarrollen ciencias de
tanta importancia como las citadas, no parece discutible el hecho de que han
tenido unas repercusiones de suma importancia en la sociedad. El innatismo se
ha empleado a menudo para justificar desigualdades raciales, de género, e
incluso de clases. Por otra parte considero que es muy desesperanzadora y,
sobre todo para un educador social, difícil de aceptar, puesto que el
determinismo que lleva implícito y el “no puedo hacer nada por cambiarlo”
cierra mucho el campo de posibilidades de actuación de profesionales que
trabajan desde el convencimiento de que el cambio de la persona es posible y
que, en realidad, todo es aprendido. Es, al fin y al cabo, que encuentro esta
teoría opuesta, ya no solo a mi opinión personal, sino al contenido de esta
asignatura (que tenemos bajo el lema “desaprender lo aprendido”) y de forma más
amplia a la Educación Social en sí.
Por otra parte, aunque el ambientalismo y los valores que en
torno a él se han generado (cooperación, igualdad, solidaridad, etc.), pueden
considerarse utópicos, y aunque haya que tratarlos con cuidado para no derivar
en dictaduras legitimadas por “buenos valores”, para mí abre muchas puertas y
anima a los que, como yo, algún día esperamos poder cambiar la vida de muchas
personas desde la educación o la reeducación.
Considero que ni la
herencia genética ni el ambiente son determinantes, porque es una palabra que
creo que hay que emplear con cuidado. Desde mi punto de vista los individuos
desarrollan un modelo de conducta en función de muchas circunstancias que
confluyen generando un comportamiento variable
y cambiable, y que dichas circunstancias pueden deberse tanto a
características innatas como aprendidas o percibidas en el entorno durante el
proceso de socialización.
El proceso de socialización se ha definido como la incorporación
de un individuo a la sociedad de la que forma parte a través de vínculos
necesarios (características comunes) con el resto de individuos que la forman.
Cómo se generan y mantienen estos vínculos y cómo el desarrollo de los
individuos, sobre todos niños y jóvenes, está condicionado por la sociedad en
la que viven, todo esto se produce en el proceso de socialización.
Una sociedad, para ser concebida como tal, tiene que tener
una estructura que posea mecanismos de reproducción, para incorporar a nuevos
miembros o para derivar en una nueva sociedad (con una nueva estructura) que se
adapte a los cambios. Pueden ser de dos tipos: adscripción identitaria o
control social.
El control social está basado en la necesidad de vivir en
grupo, que hace que el individuo esté supeditado al grupo y tenga que controlar
sus actos y pensamientos para adaptarse a lo que el grupo haya definido como la
norma. En el mejor de los casos, destacar en el grupo puede suponerte ser
llamado “raro”, el problema se produce cuando se toman medidas como la agresión
física (por ejemplo).
La construcción de la identidad es algo mucho más profundo.
Conlleva pertenecer de forma voluntaria a un grupo determinado por compartir
valores, símbolos, concepciones… En la adquisición de la identidad juega un
papel muy importante la teoría de los roles. Los roles son los papeles
definidos, aceptados e interpretados por los individuos. Dichos roles se
interpretan en función de las situaciones sociales tipificadas (por ejemplo ir
al médico o a la escuela). Cuando se observa que los roles no se adaptan a
dichas situaciones se emplean entonces los mecanismos de control para poner solución
al conflicto. La práctica de las actividades asociadas a estos roles es lo que
va configurando la personalidad de los individuos, sobre todo por las
implicaciones emocionales y psicológicas que conlleva. Por otra parte, hay
momentos en los que se produce un cambio de rol, que supone asumir un nuevo
papel. La ritualización de ese cambio se ha denominado ritual de paso, que
tiene como objetivo que el individuo y la sociedad lo asuman y actúen en
consecuencia. Pero lo cierto es que esto es poco frecuente, y que en las
sociedades modernas se produce a menudo un conflicto entre roles que lleva a
crisis internas en los individuos. Lo que quiero decir con esto es que los
roles que interpretarnos llegan a definirnos por completo, por lo que nos
produce un fuerte impacto encontrarnos ante dos roles que se contraponen, obligándonos
a decidir según lo que creamos que es mejor o peor. El problema es que el hecho
de interpretar un rol hace que una persona se haga de una forma y no de otra: “un
médico no deja de ser médico cuando se quita la bata, un policía no deja de ser
policía cuando se quita la gorra”. Como vemos, la importancia de los roles en
el desarrollo de la sociedad y, el aprendizaje de dichos roles durante el
proceso de socialización, es algo indiscutible.
No hay comentarios:
Publicar un comentario